lunes, 13 de septiembre de 2010

Siempre volvemos

La profesión nos marca el pasado, el presente y el futuro. Uno no es lo que ha estudiado, ni tampoco es lo que hace, sin duda que uno es una compleja red de influencias, de perspectivas y de esencias encontradas, y tal vez contradictorias. Sin embargo, el sello de la profesión no se borra.
Cuando elegí la docencia nunca la pensé como una ocupación, ni como un oficio. La Profesión docente atraviesa lo que hacemos y lo que somos. Hagamos lo que hagamos, hoy ayer o mañana, lo haremos pensando desde la profesión, quienes nos asumimos como profesionales con la compentencia para decidir y responsabilizarnos por nuestras decisiones.
Tras varios años, algunos desamores y otros caminos recorridos he vuelto al aula. En la universidad, con recursos tecnológicos virtuales, y en la educación primaria en una escuela rural, con apenas una computadora (y media, sin teléfono, sin internet) y con una enorme oportunidad.
Por más que mi vida pasara lejos del aula, todos estos años nunca dejé de pensar en la profesión. Nunca abandoné mis apuntes, ni mis libros fichados. Nunca dejé de ver en cada momento una excelente oportunidad para aprender, aprender a aprender.
Desde hace dos meses he vuelto, un tiempo, el necesario para nunca abandonar la convicción y el suficiente para no perder la libertad.
Si les digo a mis estudiantes que las oportundades hay que aprovecharlas porque de ellas depende nuestro futuro y que son trenes que pasan una sola vez, entonces aprovechemos estas oportunidades. Entrar a las aulas, de los lugares y los no lugares. Profesar lo que hemos elegido y cumplir con aquel juramento.

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